miércoles, 28 de febrero de 2018

Marcos Ana, una casa sin llaves

Cuando le preguntaban a Marcos Ana si sentía rencor por lo vivido, sus injustos años encerrado en aquel diminuto hueco abarrotado, a la vez que se veía forzado a memorizar por el patio sus poemas para transcribirlos de noche, escondido y bajo luz escasa, ingeniando siempre cómo sacar su profundidad a la vida; él respondía «No».

A menudo, cuando hablo con ella —digamos anónima— empieza a volverse loca conmigo:
«¿Pero por qué insistes en poner la otra mejilla? Siempre intentando hacer la vida de los demás mejor, más fácil, incluso cuando eso implica hacerte más difícil o peor la tuya. ¿Y dónde estuvieron todos cuando los necesitaste? ¿Vio alguien lo que hacías? ¿Es que no te han insultado suficiente, no te han abandonado suficiente, no te han pisoteado suficiente?».
Esto volvió a ocurrir hace escasamente tres días.

Entonces, yo miro los ojos en flor de anónima y pienso: «Entiéndeme. Yo quiero estar en el bando de los Marcos Ana. Quiero sentir mi puerta abierta, hacer del encierro un pájaro y llenar de palabras mi menudísima memoria, pequeños poemas que extiendan la prisión y la vida. Quiero ser un Marcos Ana, anónima, sin rencor. Sentir que una cárcel no puede eliminarme, porque solo puedo ser libre siendo yo, incluso cuando me hundo».

Mi casa y mi corazón
(sueño de libertad)

Si salgo un día a la vida
mi casa no tendrá llaves:
siempre abierta, como el mar,
el sol y el aire.

Que entren la noche y el día,
y la lluvia azul, la tarde,
el rojo pan de la aurora;
La luna, mi dulce amante.

Que la amistad no detenga
sus pasos en mis umbrales,
ni la golondrina el vuelo,
ni el amor sus labios. Nadie.

Mi casa y mi corazón
nunca cerrados: que pasen
los pájaros, los amigos,
el sol y el aire.

—Marcos Ana, Decidme cómo es un árbol, Memoria de la prisión y la vida, Ed. Umbriel 2007©, ISBN 978-84-89367-40-1.

Y mientras vivió, devuelto de nuevo al mundo, lo cumplió.
Siempre abierto al momento, a una visita, a una charla, Marcos Ana ya no tuvo que esconder un lápiz con palabras dentro de su calcetín, consiguió al fin su casa sin llaves. Pájaros, sol y aire.

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